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Cuento

El Inventor de Monstruos

Ana no quería aprender a leer. Tantas letras juntas le parecía un
aburrimiento enorme, y no terminaba de entender por qué todos los
mayores y muchos otros niños, disfrutaban tanto con la lectura.

Miraba las letras y no veía nada interesante, a ella, solo les gustaban
las historias de monstruos y bichos. Un día paseaba por la tienda de
disfraces de Don Mostrocho. Le encantaba aquella tienda, porque Don
Mostrocho era capaz de inventar los monstruos más alucinantes.

Un día, se lo encontró leyendo en su tienda de disfraces, y a Ana le
llamó la atención:

-¿Por qué lee tanto? ¡si los libros no dicen nada interesante!

– ¡No puedo creerlo! – exclamó sorprendido Don Mostrocho- ¿Aún no te
he contado mi secreto?

Entonces tomó el libro que estaba leyendo y se lo enseñó

– ¿Qué ves aquí?

Ana comenzó a leer sin ganas.

– ¡No, no! , así no. Tienes que mirarlo todo. Si quieres puedes alejártelo
un poco, o incluso darle la vuelta. ¿No ves algo diferente?

Al momento Ana lo vio: ¡las líneas y letras de aquella página formaban
un gran dibujo que le recordaba a un dragón!, y una enorme sonrisa se
dibujó en su cara. Comenzó a pasar las hojas y descubrió muchas otras
figuras en cada página, según se largaban y acortaban las líneas, al
derecho, de lado y al revés, y sin dejar de imaginarse que podían ser
monstruos, animales o fantasmas…

– Ahora ya sabes cómo invento tantos monstruos- dijo Don Mostrocho
guiñándole un ojo.-

Ana se despidió ilusionada con el descubrimiento, y desde aquel
momento era raro no encontrarla con un libro en la mano, buscando las
figuras que escondía, y sin siquiera darse cuenta de las miles de cosas
nuevas que aprendía, cada día, a través de los libros.

Pedro Pablo Sacristán