Derechos

Cuento

Luna

Cada día, Luna volvía andando de la escuela pensando en cómo le había ido el día.

Siempre había un montón de cosas que hacer: deberes, ordenar mi habitación, clase de trompeta, entreno de fútbol, clase de mates,… más y más cosas.

Luna era muy responsable y siempre cumplía con todo, pero… se preguntaba qué pasaría si no lo hiciera ¿cómo se sentiría siendo libre? correr, gritar, ser salvaje ¿se puede aprender a ser salvaje?

Luna no pudo encontrar la respuesta aquella noche.

Luna estaba pensativa, pero al levantar la mirada, vio una estrella fugaz. Salió al jardín para observar más pero en la cálida y estrellada noche encontró algo diferente, huellas de animal extraño, fascinante.

Salvaje allí en el jardín, descubrió la mirada de una hermosa y peluda criatura que la observaba con curiosidad, un lobo.

Luna recordó que tenía un trocito de pan en el bolsillo y se acercó al lobo. Agradecido, se ofreció para llevarla a dar una vuelta. En un instante, partieron hacia la linde del gran bosque, el bosque se abrió en un claro, la manada de lobos se agrupó para recibir a Luna.

Ella, fascinada por su acogida, les pidió que le enseñaran las costumbres lobunas: como saltar, como jugar, como aullar, como permanecer en calma, como escuchar, percibir y sentir.

La brisa sopló entre el cabello de Luna, el zumbido de los insectos pareció calmarse, el océano de estrellas lo percibió más cerca, el bosque suspiró.

Luna sintió algo nuevo, fue salvaje, Luna era feliz.

Entonces escuchó un aullido familiar. Era la voz de su madre.
Luna supo que debía volver a casa. Pero ya no era la misma Luna que antes.

Al día siguiente Luna fue a la escuela, ahora ya sabe que es sentirse libre.
Y desde entonces luna lleva siempre consigo las costumbres de los lobos.
Alison Oliver

Alison Oliver